Reino de España, 2022/24
Patrimoni Nacional consistió en convertir las obras que estaban en depósito judicial*, ubicadas en los búnkeres del Museo Nacional d’Art de Catalunya, en una nueva exposición temporal comisariada, no ya por especialistas en arte, sino por los tribunales de justicia.
Después de un año y medio de investigación y de muchos bloqueos institucionales, la propuesta acabó transformándose en una conferencia performática donde argumenté, desde la cronología del proceso, cómo la forma de esta obra es una composición política resultado del proceso de producción de la misma y las negociaciones entre las partes implicadas –la artista, la curadora, los agentes de la institución y el capital– y sus intereses divergentes.
El proceso de investigación que realicé para la “nueva exposición temporal” acabó generando un decálogo de motivos por los que una obra de arte puede estar retenida en un depósito judicial.
*Todos los museos de carácter patrimonial disponen de un depósito judicial en el que, por orden del juez y mientras está en litigio, se custodian las obras de arte procedentes de robos, tráfico, embargos, secuestros o incautaciones.
National Heritage. New temporary exhibition at the MNAC.
National Heritage consisted in turning the works that were in judicial deposit*, located in the bunkers of the Museu Nacional d’Art de Catalunya, into a new temporary exhibition curated, no longer by art specialists, but by the courts of justice.
After a year and a half of research and many institutional deadlocks, the proposal ended up being transformed into a performative conference where I argued, based on the chronology of the process, how the form of this work is a political composition resulting from the process of its production and the negotiations between the parties involved ―the artist, the curator, the agents of the institution and the funding― and their diverging interests.
The research process I carried out for the “new temporary exhibition” ended up generating a decalogue of reasons why a work of art might be held in a judicial deposit.
*All museums of a patrimonial nature have a judicial deposit in which, by order of the judge and while the case is in litigation, works of art coming from theft, trafficking, seizure, sequestration or confiscation are kept.
La noche del 5 de abril de 1988, Antonio Jorge Carrancio y Luis Aníbal Medina entraron sin demasiadas complicaciones en la Fundació Miró y se llevaron 6 pinturas, entre ellas el Retrat d’una vaileta. Su intención era intercambiarlas por una partida de cocaína en Italia. Tres de las pinturas se ocultaron en una falsa pared de un almacén de frutas en Palencia, y las otras 3 se enterraron en una masía abandonada cerca de Perelló. Las pinturas se recuperaron unos dos meses después del expolio con ayuda de la Criminalpol italiana, que detuvo a uno de los autores en Milán mientras intentaba llegar a un acuerdo con el hampa para canjearlas por cocaína.
Los mismos ladrones confesaron que tenían planeado asaltar el Museo Picasso de Barcelona.
Retrat d’una vaileta, Joan Miró (1919)
El robo y tráfico de obras de arte por parte de diferentes organizaciones criminales para usarlo como aval para negociar con el estado, o reducir sentencias en caso de condenas, es un clásico.
De las muchas historias novelescas sobre estas organizaciones mafiosas, hay una que está entre mis favoritas, la del cuadro de Caravaggio. La pintura, valorada en 20 millones de dólares, fue expoliada de una iglesia de Palermo una noche lluviosa de octubre de 1969, y aún no ha aparecido. La fechoría se convirtió así en símbolo del secretismo de la Cosa Nostra, y fue uno de los robos de arte más célebres de la historia. Aún hoy, el FBI lo mantiene en su Top Ten de delitos artísticos sin resolver y sigue pidiendo información a quien pueda tenerla.
La principal virtud de esta historia es que periódicamente se enriquece con nuevas hipótesis, con nuevos relatos aportados por viejos mafiosos arrepentidos que quieren mejorar sus condiciones carcelarias. Todos ellos han oído cosas sobre la Natividad de Carvaggio, y todos han contado algo. Se descubren nuevos giros en historias que nunca terminaron de cerrarse, o incluso realidades que difieren de lo que hasta el momento era la verdad oficial.
El primer relato que llegó fue que, tras varios intentos infructuosos de venta, la mafia decidió meter la tela en una caja de hierro y enterrarla con cinco kilos de cocaína, a la espera de un mejor momento. Los Carabinieri fueron al lugar que indicó el arrepentido, pero no apareció. Uno de los arrepentidos más fiables, Francesco Marino Mannoia, le contó al juez Giovanni Falcone que participó en el robo, pero que al arrancar la tela se les rompió y la quemaron. Al final resultó que se confundió con otro robo por esas mismas fechas en una iglesia cercana.
Giovanni Brusca, que fue quien detonó la bomba que asesinó al juez Falcone en 1992, dijo que la pintura había sido ofrecida al Estado a cambio de una mejora de las condiciones carcelarias para los mafiosos, y que el Estado no aceptó el trueque. Otro arrepentido afirmó en 2001 que la tela presidía las reuniones de la cúpula de la mafia siciliana como símbolo de prestigio, y Gaspare Spatuzza, en 2009, dijo que la tela se escondió en un establo y acabó devorada por cerdos y ratones.
Hasta que en 2018, otro arrepentido del mismo clan, Gaetano Grado, se atrevió a desvelar el destino de la famosa pintura. Según le contó a la Comisión parlamentaria antimafia, el robo del cuadro de Caravaggio habría sido obra de simples ladrones, aunque pocos meses después acabó en manos de Gaetano Badalamenti, un poderoso capo de Cosa Nostra famoso por ser el creador de la trama conocida como Pizza Connection, red de venta de drogas a través de pizzerías de EEUU. Según su testimonio, la cúpula mafiosa al completo quiso reunirse en torno a la pintura antes de decidir su destino, y después de la reunión, el Capo mandó llamar a un marchante de arte de Suiza, país con el que tenía fluidas relaciones financieras. Trasladaron la tela a Suiza en un camión frigorífico y allí la dividieron en trozos. Cuatro, seis u ocho, no se sabe bien. Se supone que hoy estarán en colecciones privadas de cualquier lugar del mundo, lo que significa que hay esperanza de encontrarlos.
Natividad con San Francisco y San Lorenzo, Caravaggio (1609)
El impresionista francés Camille Pissarro pintó Rue Saint Honoré por la tarde. Efecto de la lluvia en 1897. En 1900, el lienzo fue adquirido en una galería de París por Julius Cassirer, un empresario alemán judío que se había hecho millonario con una empresa de cableado para el alumbrado eléctrico.
Su hijo Fritz heredó el cuadro, que pasó a su esposa Lilly cuando Fritz murió en 1926. Ella se volvió a casar con Otto Neubauer, prestigioso oncólogo y director de una clínica en Munich. Con el ascenso de Hitler, Lilly y Otto, temiendo por su vida, decidieron huir de Alemania. Fue entonces cuando pensaron en la pintura como billete de salida. Vendieron el cuadro a Jakob Scheidwimmer, funcionario de la Cámara de Bellas Artes del Reich, por las visas y unos 360 dólares de la época, lo que les permitió salir de Alemania y llegar a EE.UU.
Scheidwimmer traspasó la pintura a otro marchante, de origen judío, quien intentó escapar de Europa por Rotterdam. En ese puerto la Gestapo lo incautó y fue vendido en Berlín en 1943 a un comprador anónimo.
En 1948, Lilly inició una reclamación en Alemania y en 1958 el Gobierno federal le concedió una compensación de 120.000 marcos alemanes. Durante esos años el Pissarro había ido a parar a los Estados Unidos, recayendo finalmente en la galería Stephen Hand, de Nueva York, donde lo adquirió el barón Thyssen en 1976 por 275.000 dólares. Acabó en el Museo Thyssen de Madrid, y es una de las piezas que fue comprada por el Gobierno español tras el acuerdo con la familia del barón.
En 2001, un amigo de los descendientes de Lilly que fue de vacaciones a Madrid les dijo que había visto el cuadro en un museo, iniciándose entonces un pleito en Estados Unidos. Dos tribunales californianos dieron la razón a la fundación Thyssen, personada junto con el Gobierno español, peroen 2022, los descendientes, apoyados por la Federación de Comunidades Judías de España, la Comunidad Judía de Madrid y la United Jewish Federation de San Diego (EE.UU.) consiguieron que el asunto llegase al Tribunal Supremo estadounidense.
En enero de este año, La Corte de Apelaciones sentenció a favor del Museo Thyssen, justificando la decisión al señalar que es preferible aplicar las leyes españolas a las californianas para determinar la propiedad de la obra, por la que la podéis contemplar en el Thyssen de Madrid.
Rue Saint Honoré por la tarde. Efecto de la lluvia, Camille Pissarro (1897)
En una de las reuniones que mantuve con el equipo del MNAC, me explicaron que un día de hace unos años un juez les envió unos 40 cuadros de Kandinski. Al parecer, pedía al MNAC autentificar los cuadros, encargo que se declinó por falta de competencias: no es el trabajo del museo autentificar las obras. Al pedir más información al MNAC para desarrollar este punto, me respondieron vía e-mail: “No hay ningún informe, ocurrió hace muchos años y simplemente recordaba que hubo una petición por parte de los Mossos que no se aceptó” .
Copia de una pintura de Wassily Kandinsky
Julio Muñoz Ramonet, un millonario y empresario barcelonés que gracias a sus contactos franquistas inició su fortuna traficando con algodón, se había refugiado en Suiza para huir de la Justicia española, que lo perseguía por asuntos fiscales, falleció en 1991 en la localidad de Coira (Suiza). En el testamento redactado algunos años antes de su fallecimiento, legó a la ciudad de Barcelona su palacete de la calle Muntaner y la rica colección de obras de arte que albergaba en su interior, entre las que constaba La Aparición de la Virgen del Pilar, de Francisco de Goya.
El Ayuntamiento de Barcelona, al tener conocimiento de la herencia legada a la ciudad, en 1995, creó la Fundación Julio Muñoz para gestionarla. Y aquí empezaron los litigios. Las hijas de Muñoz Ramonet alegaron que se había interpretado el testamento erróneamente debido a una mala traducción del alemán al español. El abogado suizo del empresario, alegó que se había traducido “patrocinio” por “patronato”, y que lo que pretendía el señor Muñoz Ramonet era que el Ayuntamiento de Barcelona se encargase del mantenimiento y gastos de la Fundación, pero que la dirección de la misma y su propiedad debían pertenecer a sus cuatro hijas. O sea, venía a decir que la Fundación creada por el Ayuntamiento en 1995 era ilegal.
Como anécdota curiosa, la reputada fotógrafa Isabel Muñoz, hija del empresario, alegó durante una de las vistas del juicio que la ideología de su padre impedía pensar que quisiese dejar las obras a la ciudad: “mi padre era de derechas, siempre estaba rodeado de sacerdotes y militares y nunca se le hubiese pasado por la cabeza dejar sus bienes al Ayuntamiento de Barcelona, que calificaba ‘de organización socialista’”.
Hasta ahora, la Justicia ha dado la razón al Ayuntamiento, y por ese motivo la pintura de Goya se encuentra en posesión del MNAC, para nuestro disfrute.
La Aparición de la Virgen del Pilar, Francisco de Goya (1782-83)
Erik El Belga, el ladrón de arte más famoso de Europa, que falleció en 2020, explica en sus memorias (tituladas “Por amor al arte”) que la mayoría de expolios de arte románico que se le atribuyeron fueron piezas compradas directamente al clero, o que los mismos curas eran los que le facilitaban la entrada a la iglesia a cambio de dinero. Su robo más conocido en España fue el Retablo de Santa María, datado en el SXII, expoliado del Santuario de San Miguel de Aralar, en Navarra. Pregunté al MNAC si había alguna pieza suya, y me dijeron que no.
Retablo de Santa María (S. XII)
Jaime Botín, millonario y expresidente de Bankinter, adquirió en 1977 en subasta la pintura de Picasso “Cabeza de mujer joven” (1906), valorada hoy en 26 millones de euros, y la colgó en el salón de su velero.
36 años más tarde, en 2013, Botín solicitó el permiso de exportación de la pintura a la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, permiso que le fue denegado en diciembre del mismo año.
A pesar de la denegación, en 2015 Botín trasladó la pintura a uno de sus yates, que estaba atracado en el puerto de Valencia, con la finalidad de sacarlo ilícitamente de España, «dando instrucciones a su capitán para que ocultara a las autoridades la presencia de la obra en el barco».
En el mes de julio del mismo año, el barco atracó en el puerto de Calvi (Córcega, Francia) con el cuadro a bordo, mientras que Botín contrató con la empresa ‘Netjets Transportes Aéreos’ la reserva de un vuelo para trasladarse con el cuadro a Ginebra (Suiza) con la intención de venderlo.
Los servicios aduaneros franceses, al tener conocimiento de la idea de Botín, ordenaron la pertinente inspección y localizaron el cuadro embalado en la cabina del comandante y procedieron a su intervención.
El 10 de agosto la autoridad judicial de Bastia autorizó la entrega de la obra a la Guardia Civil, que trasladó el cuadro al Museo Nacional Reina Sofía, donde quedó a disposición judicial.
En febrero de 2020, la juez le declaró culpable de un delito de contrabando de bienes culturales y lo condenó a tres años y un día de cárcel, y a pagar una multa de 91,7 millones. Pagó la multa, pero debido a su avanzada edad (85 años) se libró de entrar en prisión.
Cabeza de mujer joven, Pablo Picasso (1906)
En junio de 2009, la fiscalía de Barcelona presentó una querella por apropiación indebida y falsedad contra Fèlix Millet i Tusell y tres responsables y directivos del Palau de la Música Catalana. Millet se vio obligado a abandonar su cargo en el patronato, y cesó de la presidencia del Banco de la Pequeña y Mediana Empresa Bankpime.
Siguiendo el consejo de sus abogados, Millet reconoció el desvío de fondos a sus cuentas y patrimonio personal. Él mismo confesó haber realizado un desfalco por importe de 3,3 millones de euros que destinó, entre otros usos, a reformar edificaciones de su propiedad y pagar viajes turísticos. Además, dijo que había pagado comisiones y realizado pagos en dinero negro a artistas que actuaban en el Palau de la Música.
En septiembre del mismo año, Fèlix Millet depositó en el juzgado, junto con su confesión, 1,6 millones de euros en metálico y una lista de bienes e inmuebles de su propiedad cuyo valor ascendía a 12,5 millones. Entre las propiedades detalladas por el expresidente de la Fundació Orfeó Català-Palau de la Música para hacer frente a sus eventuales responsabilidades económicas figuraban dos obras de los pintores catalanes Ramon Casas e Isidre Nonell. El Retrat de la nena Sardà, de Casas, tasado en 350.000 €, y una de las pinturas que realizó Isidre Nonell con el título de Figura de dona, tasada en 4000.000 €.
En marzo de 2012, entraron en el depósito judicial de este museo los dos cuadros modernistas, aunque advertiendo que cuando los cuadros llegasen no podrían ser exhibidos, pues se trataba de un depósito judicial, que simplemente comprometía al museo a custodiar los dos cuadros para su perfecta conservación mientras durase el proceso judicial.
En julio de 2010, el juez autorizó a Fèlix Millet a vender la pintura de Nonell para cubrir los gastos judiciales.
El fallo de la sentencia se publicó el 15 de enero de 2018, condenando a Jordi Montull a siete años y medio de prisión, a su hija Gemma Montull a 4 años y medio, y al expresidente Félix Millet a nueve años y ocho meses. Marta Vallès debería devolver al Palau 6,41 millones de euros y su hija Laila, 112.782 euros, por ser declaradas partícipes a título lucrativo. También se condenó a Convergencia Democrática de Cataluña y a su ex tesorero, Daniel Osàca, por el decomiso de 6,6 millones de euros. Félix Millet fue sancionado con 4,1 millones de euros por blanqueo de capitales y por delito de fraude a Hacienda, y entre él y Jordi Montull Bagur debían devolver al Palacio de la Música Catalana más de 23,2 millones de euros.
La Sala Parès vendió la obra por 254.000 €. El Retrat de la nena Sardà de Ramon Casas según fuentes del museo, salió del depósito judicial del MNAC en el año 2021, pero no me han podido facilitar cual fue su destinación.
Figura de mujer, Isidre Nonell (1909)
En 1998 desaparecieron dos cuadros del Parlament de Catalunya: Paisatge, de 1919, del pintor ampurdanés Marià Llavanera, y otra obra titulada Salardú (Vall d’Aran), de 1944, del barcelonés Marià Pidelaserra. Resulta que por motivos de realización de unas obras de mantenimiento en la sala de visitas del Parlament, se trasladaron las pinturas que decoraban la sala a un almacén en el mismo Parlament. Al cabo de unos meses, en marzo de 1988, se detectó la desaparición de las dos pinturas. Desde la Cámara catalana se presentó una denuncia ante los Mossos d’Esquadra y se abrió una investigación en la que llegaron a ser interrogados hasta 19 empleados de la institución sin resultado. No se pudo precisar la fecha de la sustracción y sólo se determinó que se habían visto por última vez en julio de 1987.
Casi treinta años después, una persona que aseguraba actuar como intermediario de quienes habían guardado los dos cuadros durante todo este tiempo, contactó con el MNAC, vino aquí y los devolvió. Cuando se comprobó que coincidían con los dos óleos robados, se analizaron para verificar que no se trataba de falsificaciones. Y no sólo se certificó que eran los originales de Llavanera y Pidelaserra desaparecidos, sino que además se hallaban en perfecto estado de conservación, lo que hace pensar que estuvieron todo este tiempo a buen recaudo.
Los Mossos llegaron a una triple conclusión: esos dos cuadros eran los únicos que desaparecieron en 1988 en el Parlament; las obras devueltas eran los originales, y el intermediario actuó sin ánimo de lucro y sin solicitar recompensa. Dado que el delito ya había prescrito, aunque se pudiesen reabrir diligencias se daba por hecho que el caso quedaría archivado. Pero persistieron algunos interrogantes, como por ejemplo, ¿quién fue el diputado de la época que participó en la desaparición? ¿Cómo salieron de un edificio oficial con policías en la puerta sin que nadie sospechara? Y ¿por qué se devolvieron al cabo de 30 años?
Paisaje, Marià Llavanera (1919)
El caso Pretoria fue un caso de corrupción política entre el 2000 y el 2009 en el que los acusados establecieron una operativa para amañar contratos en varios ayuntamientos de la provincia de Barcelona a favor de empresarios dispuestos a pagar comisiones. Entre los imputados se encontraban ex altos cargos de CiU y políticos del PSC. Las plusvalías para los constructores llegaron a superar los 4 millones de euros.
Pero lo que nos interesa del caso es que los principales implicados blanquearon miles de euros adquiriendo obras de afamados artistas como Bacon, Picasso, Miró, Vasarely, Vayreda, Guinovart o Nonell.
Según consta en el sumario del caso, el supuesto cerebro de la trama, Luis García, «Luigi», y otro de los principales implicados, Lluis Prenafeta, el ex secretario general de Presidencia de la Generalitat con Jordi Pujol, tenían en su poder una gran cantidad de obras de arte, con las que al parecer habían blanqueado dinero.
En el domicilio de Prenafeta se encontraron todas las paredes decoradas con 26 cuadros de afamados artistas. Entre las obras que decoraban su casa figuran «Mendigo» y «Mujer mendiga», de Isidre Nonell.. Prenafeta también tenía en su casa obras de Eliseu Meifrén, Joaquim Mir, Frederic Amat, Joaquim Vayreda, Guinovart, Niebla, Hernández Pijoan, litografías de Rafols Casamada y Miró, dibujos de Josep Tharrats, e incluso un aguafuerte de Picasso y un acrílico de Perico Pastor. En su declaración ante el juez, Prenafeta admitió que tenía obras por valor de 13 millones de euros.
En los registros realizados en los pisos propiedad de Luigi, fueron localizadas 256 obras de arte. El inventario de las piezas, que hoy permanecen depositadas en el Centro de Recuperación de Bienes Muebles de Catalunya en Valldoreix, da una idea del volumen de dinero que había invertido en su colección. Había piezas de Miguel Berrocal, Gerardo Rueda,Pablo Picasso, Vasarely, Erwin Bechtold, Penk, Canogar, Karel Appel, Francis Bacon o Pat Andrea. De este último, sus preferidas eran “Alicia en el país de las Maravillas” y “Alicia detrás del espejo”, muy metafóricos sus gustos.
Alicia en el país de las Maravillas, Pat Andrea (2003-2006)
Alicia en el país de las Maravillas, Pat Andrea (2003-2006)
En 2007, la empresa Abertis Infraestructuras llegó a un acuerdo con el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Economía y Hacienda para pagar los impuestos a través de la donación de la pintura de Picasso Mujer con sombrero y cuello de piel (1937), pintura que posteriormente el Estado cedió a este museo y que actualmente está expuesta.
Mujer con sombrero y cuello de piel, Pablo Picasso (1937)