Mi duda frente al Objetivo de Desarrollo Sostenible Nº1 de las Naciones Unidas
Desde la Oficina Cultural de la Embajada Española en Washington DC me invitaron a participar en un comisariado sobre los 17 ODS de la ONU. A mí me tocó el primero: Fin de la pobreza.
Decidí utilizar el espacio de la valla publicitaria que hay en sus jardines para apelar a la caridad de los ciudadanos de la capital estadounidense. Diseñé una campaña para apadrinar a una artista española (yo) con un aporte mínimo de 300 dólares, el equivalente aproximado de lo que tenemos que pagar mensualmente los artistas para trabajar bajo el amparo de la legalidad en España. La alma caritativa que me apadrinara recibía, como muestra de agradecimiento, un dibujo original firmado por mi.
Evidentemente, como el espacio expositivo pertenece al Ministerio de Asuntos Exteriores, la “buena imagen” del Gobierno y del Estado tiene prioridad sobre las inquietudes o expresiones artísticas, por lo que me encontré con algunas trabas a la hora de activar la propuesta de apadrinamiento, viéndome forzada a tensar un poco los límites de su permisividad. Finalmente, las autoridades zanjaron el tema con un argumento inapelable: “o esto, o nada”.